miércoles, 12 de octubre de 2016

Carta de despedida

Una vez amé a una mujer. Su piel era blanca y sus ojos color miel. Era triste y sensible, pero su sonrisa era una perla en el mar.
Una vez amé a una mujer. Vivimos juntas las mismas cosas, compartimos los mismos dolores, las mismas noches de alcohol, las mismas alegrías. La amé porque a pesar de los razguños que le hice, ella me amó. La amé porque cuando no tenía nada, ella me dió todo. Eramos las dos contra el mundo.
Una vez amé a una mujer. Ella armó sus valijas y se fué a conocer el mundo. Yo le regalé mis mejores recuerdos en una carta, y fui fuerte cuando se fué. Nunca supo lo mucho que lloré después.
Ella brilla como el sol ahora, yo aquí colecciono recuerdos antes de irme para siempre de la que fue nuestra casa. Todavía recuerdo el calor de su mano agarrando la mía en aquella terminal, cuando sabíamos que estabamos cerca del final.
Nuestros caminos se separaron y no se si vuelva va verla alguna vez. Hago esta carta para cerrar esta historia y seguir mi vida. 
En realidad, la hago sólo para recordarme que una vez, una vez amé a una mujer.

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